Por increíble que parezca hemos logrado tener representación española en el mundial de Japón. Nuestro estimado Teo logró volar al final, aunque su compañía aérea le ignoraba y si es por ellos se queda en tierra. Se dirigió al Imperio del Sol Naciente cargado de Boomerangs y
deseos de convencer a los japoneses de que dejen de cazar ballenas.
Así le fue: a falta de ballenas se dedicaron a arponearle a él… Aparecieron dudas cuando a su regreso no enseñaba ninguna foto. Tuvimos que hablar con la INTERPOL, con Mauricio y con Patrice los cuales nos confirmaron que efectivamente había un español por allí muy despistado pidiendo vino en las comidas y preguntando en que dirección estaba la Virgen del Pilar para rezar y encomendarse a ella ante
las tribulaciones que padecía a manos de no que competidor…
Ni Marco polo dio tantas vueltas ni tantos extraños sucesos le ocurrieron en sus viajes por Oriente.
Aventuras y desventuras de:
Un maño en la corte del Rey Hirohito.
Participación española (Teo Zaragoza) en el campeonato mundial de
boomerang de Japón-2006.
1. LA DECISION ESTA TOMADA: A JAPON.
Los días 9 a 16 de julio de 2006 tuvo lugar el campeonato del mundo de lanzamiento de boomerangs en Asahikawa, Japón. Tras mucho vacilar, decidí intentar inscribirme, alentado por algunos resultados aceptables que había conseguido en varias pruebas recientes en
España, las ganas de ver Japón y el deseo de conocer cómo era uno de estos campeonatos de nivel mundial.
No fue fácil inscribirse, ya que los contactos con la organización japonesa resultaron complicados, y nada parecía funcionar en cuanto a comunicación entre la organización y los pre-inscritos. Sin duda tales dificultades se debían a la gran presión y carga de trabajo que supone organizar uno de estos eventos. Nacho, presi de la asociación española con su incombustible marcha y Maurizio Saba, el italiano presidente de la internacional, tuvieron que echar una mano.
Volé a Japón, no sin dificultades ya que nada más llegar a Madrid para iniciar el vuelo me pilló la enésima huelga de los pilotos de Iberia y se canceló mi vuelo. Es difícil encontrar un colectivo más hijoputa en Occidente. Esta vez querían que se les avalara bancariamente sus sueldos de 30 millones de pesetas anuales hasta que se jubilaran. No sé qué gobiernos tenemos que no los despiden a todos.
Desde Tokyo tuve que tomar otros vuelos domésticos hasta Asahikawa, que está en la isla del norte (Hokkaido), cerca de Sapporo. Allí se olvidaron de venir a buscarme al aeropuerto, era por la noche y no tenía ningún teléfono de contacto. Tampoco sabía el nombre del hotel ni nada ya que la verdad es que salí de casa sin tiempo de organizar papeles, trabajando hasta el día anterior por la noche. Llevaba solamente una mochila con lo imprescindible y el maletín de los boomerangs. Empezamos bien, me dije.
El de Asahikawa es un aeropuerto pequeño. En información pedí planos de la ciudad para ver si algo me resultaba familiar, pero nada me sonaba a conocido. Cuando la jovencita que atendía el mostrador cerraba y se iba a dormir, le dije:
¿Ha oido hablar de un campeonato de boomerangs en la ciudad?
¿Boomerangs?, me contestó, sacando un trozo de posavasos con un teléfono apuntado. Me han dejado este papel por si alguien preguntaba lo que Vd ha dicho.
La joven me puso con un japonés al otro lado del teléfono. Nada, el japonés no sabía casi nada de inglés. Después de muchos intentos conseguimos entendernos: vendría a buscarme en una hora aproximadamente.
Mi jovencita interlocutora se iba ya, después de salvarme una noche de incertidumbre y se despedía…
– ¿Es verdad que vuelven los boomerangs?
– Sí, vuelven. No sé si podrás venir con las amigas a vernos mañana al campo…
Sonrió con una sonrisa de despedida en la que se leía claramente: no gracias, y menos con un tipo que hace 14.000 km para venir a tirar unos palos.
Con puntualidad japonesa, o sea, un cuarto de hora antes de lo acordado, apareció el japonés de la organización, con un taxi, y salimos hacia la “posada”. El viaje fue largo y fuimos hablando sin casi entendernos, como podíamos. Al menos comprendí que era el padre de uno de los mejores tiradores de Japón, lo cual resultó bien cierto porque al día siguiente su hijo quedó campeón del mundo de MTA (máximo tiempo en el aire) y más tarde de TRICK (acrobacia).
Llegamos a la posada tarde, cuando iba a comenzar la ceremonia de entrega de los premios de las pruebas por equipos. Primero me enseñaron las instalaciones.
2. ME INCORPORO AL COLECTIVO INTERNACIONAL DE TIRADORES.
La verdad es que al ver las instalaciones me acongojé un poco. Esto parece el Hotel California de Los Eagles, me dije. Y recordé aquello de… “There she stood in the doorway; I heard the mission bell And I was thinking to myself, This could be Heaven or this could be Hell”.
Subimos a la habitación. Una especie de trastero con ropa por todos los lados y boomerangs por el suelo. Pensé que era un trastero para guardar mis cosas.
– ‘Esta es tu habitación. Estas cosas son de Harald y Rob. Cuando los veas diles que ya no están solos y que te hagan un sitio’.
– ‘Pero no hay camas…’.
– ‘Bueno, aquí dormimos en el tatami. No entres con calzado, siempre descalzo’.
– ‘Glup!’.
Los Eagles seguían sonando en mi cabeza: “she showed me the way. There were voices down the corridor, I thought I heard them say…”.
– ‘Esos gritos que oyes es que empieza la entrega de premios en el comedor. Hoy hemos terminado las pruebas por equipos y mañana empezamos los individuales a los que tú vienes. Eres el único que solamente se presenta a los individuales’.
– ‘Es que mis compañeros españoles estaban trabajando a tope y no han podido venir, aunque a punto hemos estado de poder montar un equipo potente’, dije con seriedad intentando que hasta pareciera verdad y todo.
– ‘Te enseño el resto de las cosas. Aquí te ducharás. Estas lavadoras son para que laves la ropa. La gente está distribuida por camaretas. Al final del pasillo tienes el aseo colectivo’.
Estaba claro que en cada habitación había la tira de gente alojada por el número de zapatos que había en el pasillo, seguramente unos 200 ó 300 pares.
En fin, subí las cosas a mi “habitación” pero enseguida pensé en bajar a la recepción de abajo y solicitar una habitación individual. Total por un poco más de dinero…
– ‘He pensado que voy a estar bien en la habitación asignada, pero igual no me importaría que me pasaran a una habitación individual’.
– ‘Imposible. Están todas ocupadas por el campeonato, no hay ninguna libre. Tienes suerte de compartirla solamente con otros dos’.
– ‘¿Y no hay alguna que tenga una cama?’
– ‘No’.
Esta vez sí que los Eagles retumbaban fuerte: ‘Last thing I remember, I was Running for the door I had to find the passage back To the place I was before, ‘Relax,’ said the night man, ‘We are programmed to receive. You can check-out any time you like, But you can never leave!’
En la entrega de premios vi a mis competidores. Ciento y pico tíos que tenían una pinta estupenda. Todos tenían cara de ser enormes lanzadores, y algunos de planteárselo muy bien, o sea, de vivir que te cagas de bien. Casi todos podrían ser mis hijos. Bueno ése no (Barnaby Ruhe) y ese par de ahí tampoco (Axel Heckner, y Mauricio Saba). Lo que más sorprende en uno de estos acontecimientos es la gran camaradería que hay y el buen ambiente y buen rollo que se respira por todos los lados. Esto está dabuti, me dije.
Los alemanes, los suizos, los japoneses y los americanos habían montado equipos potentes de verdad. Bueno, han amenazado con levantarnos a las 6,30 am así que como ya son las 23,00 h, voy a ver si me organizo en la habitación.
– ‘Hola, soy Teo, vengo de España’.
– ‘Yo soy Rob y éste Harald. Bienvenido. Te vamos a hacer un sitio por aquí’.
– ‘¿Qué tal va el campeonato? ¿Lleváis muchos días por aquí?’.
– ‘Sí, desde el primer día, o sea, hace más de una semana. ¿Qué boomerangs traes?’.
– ‘Pues éstos. Éstos los he hecho yo, y éstos son comprados…’.
– ‘Pero son casi todos de madera ¿Vas a competir con eso?’.
– ‘Bueno, creía que sí…’. Y me sentí como el hombre aquel del chiste, que iba por la selva desnudo y se encuentra un elefante que le mira detenidamente (a la altura de la cintura) y le dice: ¿tú respiras con eso?.
Harald es un vikingo danés auténtico que puede hacer de Konan sin maquillar ni nada, en su estado natural. Es super amable y educado, una delicia hablar con él. Rob es un histórico del boomerang en Australia, ha ostentado bastantes records interesantes y todavía mantiene buenas marcas en ciertas pruebas. Vende boomerangs que no son de competición, sino hechos por los aborígenes con los que colabora y me ofrece varios pero ninguno baja de los mil euros así que lo tenemos que dejar. Al final le explico que no colecciono boomerangs, que sólo me gusta tirarlos y que vuelvan porque no tengo perro para que me los traiga… y nos reímos.
Tras darle al palique un buen rato nos echamos a dormir. Imposible dormir en el suelo. Me di cuenta que Rob y Harald se habían agenciado una especie de almohadas planas para dormir encima, de esas que se ponen en las sillas duras, así que como no me atreví a quitarles ninguna de debajo de sus dormidos cuerpos, decidí recorrer toda la posada para encontrar alguna para mí. Todo el mundo dormido. Ronquidos por doquier. Qué angélicos, cómo duermen. Mala suerte. Así que me puse a leer las reglas del campeonato hasta las 4,30 de la mañana cuando los obreros de la carretera colindante que estaba en obras se pusieron a taladrar y compactar con un estruendo increíble. En España vivo en una calle donde los borrachos, drogatas y pedorros me despiertan muchos días a las 4,30 de la mañana. En Japón no me dejan dormir unos tíos trabajando a la misma hora. Qué contraste.
Vaya país avanzado de haba, pensé. No respetan ni horarios de descanso. Así que a desayunar y a las 7,00 am al autobús para el campo. La verdad es que el desayuno de estupendo arroz con pescado y verduras, zumo y café me sentó divinamente, aunque eso sí, comiendo en el suelo y haciéndome un lío tremendo con los palillos mientras juraba cambiando de posición continuamente para evitar el dolor de tobillos, rodillas, culo.
– ‘¿No hay una habitación con sillas y mesas?’, pregunto a un alemán que tenía cerca que estaba enzarzado en una pelea con su propio desayuno.
– ‘No’.
– ‘¿Y tenedores?’.
– ‘Nein’.
Estás en plenas facultades, Teo, me animé ¿qué son para ti casi tres días de viaje sin dormir? ¿Y esta inmersión total en Japan? Ahora verán qué estilo tengo en la primera prueba, que es rapidez, con mi superpegada.
3. PRIMERA VEZ EN EL CAMPO
Vaya campo. Impresionante. Con un campo así no es de extrañar que salgan supercampeones japoneses.
La gente empieza a hacer fútin, a calentar primero con una toalla en la mano, porque está prohibido usar boomerangs hasta que lo autorizan. Por la megafonía avisan: “Veinte minutos para calentar”; y salen a relucir ingenios voladores de todo tipo, y la gente se dedica a preparar montonadas de boomerangs. Empieza el canguelo escénico. Entonces me acordé de Nach Arregui cuando siempre dice en los campeonatos de España que no se puede calentar más que unos minutos: “Aquí tenéis que venir entrenados, meados y cagados” suele decir el tío.
Miro para todos lados a ver qué es lo que hay que hacer. Lo que me llama la atención inicialmente es que muchísimos usan un boomerang de espuma para calentar. Lo tiran, hacen un gesto precioso, les vuelve a la mano, con un grado de amaestramiento absoluto.
– ‘Oye, por favor, ¿de dónde habéis sacado esos boomerangs?’.
– ‘Los traemos cada uno, pero puedes comprar uno detrás de la carpa de la organización’.
Voy corriendo y compro uno. Lo tiro y se va a paseo. Lo intento nuevamente y tampoco funciona. ¿Cómo lo harán ellos?. Lo tuneo un poco nervioso por tanto tiempo que estoy perdiendo, imito la forma de tirar que veo, que no se parece en nada a mi estilo y lógicamente no consigo que vuelva ni una vez. Hay un tío relativamente cerca que hace virguerías con el juguete de espuma, aunque en general todos son super especialistas con este boomerang de niños.
‘Si no eres capaz de coger una sola vez este boomerang para recién nacidos, no sé que te va a pasar con los de verdad, Teo’ pienso en mi interior. Muy nervioso, tomo el boomerang de espuma y lo aparto de mala manera.
Saco mis tres boomerangs prehistóricos de madera para la prueba que va a empezar. Al menos la madera que has usado para hacerlos es abedul nórdico, según marcan los cánones y no madera fósil del cretácico de Teruel, me intento animar. Entonces el tío que tan superespecialmente tiraba la espuma, empieza a lanzar unas cosas super extrañas que hacen unos efectos maravillosos y que le vuelven a la misma mano, varios modelos, incluso de madera de dos alas, a cada cual más extraordinario. Debe ser paralítico de cintura para abajo, porque no mueve las piernas. Me acerco un poco a comprobar que no son teledirigidos (en Japón nunca se sabe) y llego a la conclusión de que no sufre parálisis, sino que no se mueve porque no quiere. Ante mi asombro pregunto a uno quién es tal tipo, señalándolo con el dedo.
– ‘Manu Shuetz’ [en ese momento, vigente campeón del mundo absoluto].
– ‘Oohhhh’.
Cuando me recobro de la impresión, me digo a mí mismo: ‘Teo concéntrate; tú eres un tipo racional’, pero de nuevo la megafonía me saca de mis casillas:
– ‘¡¡TEN MINUTES TO GO!!’.
– ‘¡Cagüennn…!’. Esto me pasa por venir aquí. Si me vieran Nach Arregui y Alejo Palacio se descojonarían. Seguro que se dejaron ganar en el campeonato de España de Madrid y lo tenían todo preparado: ‘Teo anímate hombre a ir a Japón, anímate que nosotros estamos muy ocupados…’… Si serán cabrones…
Me centro, no miro a nadie y tiro mis boomerangs, pero no consigo hacer ni una cazada, me paso los minutos de calentamiento que quedan corriendo detrás de mis boomerangs y entonces suena con desesperación el “¡¡SE ACABÓ EL TIEMPO!!”, “¡¡CADA UNO A SU CÍRCULO!!”.
Somos ciento cuatro competidores. Los otros ciento tres lanzadores se mueven con mucho orden y en menos de un minuto están distribuidos uniformemente por los nueve círculos del campo. Entonces, me doy cuenta que cada uno no ha ido al círculo que le ha apetecido, sino que todo parece responder a un orden. Así que me quedo atontado al borde del campo sin saber qué hacer.
Entonces oigo un grito:
– ‘¡¡Teeooo!!. ¡Come here!’.
Me acerco al círculo”G” de donde ha llegado el grito y varios tiradores agitaban los brazos hacia mí. Entonces veo de cerca los que me han tocado en suerte: japoneses, americanos, alemanes, de todo y todos tienen una pinta terroríficamente deportiva y de un nivelazo enorme.
– ‘Thank you. Gracias por llamarme, iba a venir justo cuando me has llamado’.
– ‘Me llamo Herman’ [nombre supuesto]. ‘Te ha tocado en este círculo’.
– ‘Sí ya lo sabía’.
– ‘Eres español ¿no?’.
– ‘Sí’, le contesto, sonriendo y señalándole los tres escudos de España que mi mujer me ha cosido a la ropa. ‘¿ Y tú de dónde eres?’.
– ‘Alemán’.
Me gusta este tipo, Herman, me digo. Yo no me suelo equivocar cuando un tío de entrada me da buena impresión. Mira que hay gente maja por aquí.
4. LA PRUEBA DE RAPIDEZ
[Esta prueba consiste en tirar desde dentro de un círculo de 2 metros de radio, haciendo que el boomerang vuele fuera de un círculo de 20 m de radio, y atraparlo. El boomerang recorre unos 70 m cada vez. Todo ello cinco veces. A menor tiempo, mejor clasificación]
Empieza la prueba y ya me llevo el primer shock monumental. Todos tiran una especie de boomerangs de plástico, muchos de bakelita y otros derivados del try-fly de Eric Darnell, muy modificados, que silban como condenados, giran a los 20 metros y 10 centímetros exactamente y parece que lleven una goma o hilo de pescar invisible atado a la mano de los tíos, porque es que vuelven siempre a la misma arruga de su camiseta. En ese momento me doy cuenta que mi superpegada se parece más bien al gesto que hace la señora mayor que ayuda en casa cuando limpia con el plumero las figuritas de cristal de Swarovsky. Lo que hace no haber visto mundo.
De todos modos, la forma de tirar de los campeones no es normal. Mira que tengo vistos cientos de documentales de National Geographic, de Discovery Channel, de Natura, y venga a insistir con lo mucho que corre el guepardo, el ataque de la cobra, la décima de segundo que tarda el pez escorpión en fulminar una presa. Me he debido perder los documentales donde deben salir Frido Frost, Manu Schutz, y todos ésos dando los latigazos bestiales que pegan. No debe haber en la naturaleza algo parecido. Igual están todos operados o toman algo raro. Me gustaría a mí saber cómo encajaba Mike Tysson una pegada de Manu, seguro que acababa partido por la mitad.
Han pasado al menos 20 minutos, en seguida me tocará a mí y aunque me han entrado unas ganas enormes de hacer caca por la angustia, no me he puesto a llorar todavía, así que me convenzo de que debo resistir y disfrutar lo máximo posible.
– ‘Teo, es tu turno. Tienes dos minutos de calentamiento’, canta el juez de círculo.
– ‘Ya voy’.
Cojo el boomerang, me tiemblan las piernas. Hace un viento de velocidad media, unos 10 ó 12 km/h, mucho para mí. Tres tíos cronometrando, apuntando en los papeles, observando cerca de ti y otros 10 con banderines en la línea de 20 metros, para ver si pasa o no pasa el boomerang.
– ‘Por favor decídme si el boomerang pasa de la línea de 20 m’, pregunto con gran autoridad (ya que acabo de ver que los más expertos lo preguntaban también).
– ‘No, no pasa’.
Joder, estoy encogiendo el brazo, hace mucho viento, y este boomerang ya sabía yo que me iba a traer desgracias. Me cambio al “hormigo”, que es un FC3 modificado a partir de un diseño de Doug Dufresne que tengo decorado con una hormiga. Madera sin barnizar ni nada. Me da tiempo a hacer dos tiradas de prueba más:
– ‘Este sí que pasa’, me dicen los de los banderines.
– ‘Gracias’, contesto.
– ‘¡TIME OVER! (se acabó el tiempo). ¡Empieza!’.
He decidido acompañar mis lanzamientos con un grito aterrador y amedrentador como el de algunos campeones:
– ‘Arghhh…………..uno’.
– ‘Arghhh…………..dos’.
– ‘Arghhh…………..tres’.
– ‘Arghhh…………..cuatro’.
– ‘Arghhh…………..cinco’.
– ‘¡¡Veinticinco segundos y ochenta y ocho centésimas!!’.
Me retiro bastante contento, no está mal para el viento que hace y estoy entre los cuatro o cinco primeros de mi círculo. Barnaby Ruhe me felicita. A ver si ahora que he perdido un poco los nervios elijo un boomerang mejor para el segundo intento que me tocará cuando hagamos la segunda ronda de esta prueba. Otras pruebas son a una ronda, pero ésta es tan arriesgada y requiere tan poco tiempo para completarla que normalmente consta de dos rondas. Decido apostar para la siguiente manga por otro boomerang igual pero con un perfil más afilado, algo más rápido, aunque también es un FC3 de madera sin barnizar.
Llevo una cámara digital y éste es el momento de ir sacando algunas fotos del personal tirando. De los boomerangs no puedo sacar fotos porque absolutamente todo el mundo tira y al terminar va corriendo a la bolsa a guardarlo y cuando la bolsa está bien cerrada entonces saltan de alegría o se ponen a jurar por un mal resultado. Si no puedo fotografiar boomerangs, al menos tiraré unas instantáneas de la gente. Pero no, en ese momento alguien me obliga a cambiar mis planes y me doy cuenta de cuál va a ser mi papel cualificado durante 8 horas diarias el resto de campeonato:
– ‘Teo, coge una bandera de ésas y pónte en el círculo de 20 m para hacer señales positivas o negativas’.
– ‘Vale’.
Más tarde, en la segunda ronda empiezan mis problemas, unos problemas que ya no me abandonarán durante todo el campeonato:
– ‘Arghhh…………..uno’.
– ‘Arghhh…………..dos’.
– ‘Arghhh…………..tres’.
– ‘Arghhh…………..cuatro’.
– ‘¡¡ FALTA DE PIE!!’, grita uno de los jueces de la línea de 20 m, mientras yo me asusto pero sigo.
– ‘¿Cómo que falta de pie?….Arghhh…………..cinco’.
– ‘Arghhh…………..seis. ¿Por qué falta de pie?’, pregunto al terminar seis lanzamientos.
– ‘¡Ha pisado el círculo!’, grita Herman desde la línea de 20 m.
– ‘Yo no lo he visto’, dice Barnaby Ruhe, que está cerca de mí apuntando.
– ‘Yo tampoco’, dice el juez de círculo.
– ‘Pues ha hecho falta de pie’, insiste Herman.
– ‘Entonces, veintisiete segundos cincuenta centésimas, Teo’.
– ‘Mala suerte, Teo, posiblemente es la primera falta de pie de todo el campeonato’, comenta Barnaby.
Cagüen,.. con lo bien que había tirado, unos 23 segundos o así pienso yo. Bueno si Herman que es tan buena gente ha visto que he pisado la raya, habrá que aceptarlo. En fin, una pena.
[NOTA: Si en uno de los cinco lanzamientos haces falta o se te cae el boomerang puedes recogerlo, ponerte en el centro y tirar otra vez, hasta que haces cinco lanzamientos válidos, que es cuando se para el cronómetro. O sea, tuve que hacer seis lanzamientos en total porque supuestamente pisé la raya del minicírculo de 2m de radio desde el que lanzas].
Un rato después acaba la prueba y todos se dirigen hacia la carpa que hay en un borde del campo. Allí se nos dice que la siguiente prueba es MTA (máximo tiempo en el aire). Todo está bien organizado y bebemos del abundante suministro que tiene preparado la organización, sacamos los boomerangs de MTA y todos se apelotonan ante un panel de anuncios.
A ver, a ver… Ah!, la clasificación de Rapidez…. El 49. He quedado el 49 del mundo. Además he batido el récord de España. Bueno mejor que nada. Hay dos tíos que han hecho unos 17 segundos y algo.
5. LA PRUEBA DE MAXIMO TIEMPO EN EL AIRE
[Esta prueba consiste en lanzar el boomerang y cogerlo a una distancia inferior a 100 m del punto de lanzamiento. Los máximos tiempos de vuelo arrojan las mejores puntuaciones. Tu clasificación es la de tu mejor tirada de entre cinco oportunidades]
La megafonía organiza nuestra vida en el campo:
– ‘¡¡DIEZ MINUTOS DE CALENTAMIENTO!!’.
Aquí las cosas se ponen realmente mal. Hasta hace poco tenía dos boomerangs de MTA bastante buenos con los que hacía más de 30 segundos, pero acabaron en el Ebro de tanto y tan bien que volaban. Aquí tengo un MTA que es un modelo bueno que he comprado la semana anterior al viaje, y que no he probado nunca. Hago tres o cuatro tiradas y no vuela ninguna vez. Lo tiro y se va al suelo directo.
A mi alrededor hay cientos de boomerangs danzando a docenas de metros de altura, con una armonía maravillosa. Me fijo e intento imitar los tiros. Nada, al suelo, ni vuela ni lo cazo (esta foto de al lado es de Richardson).
Si no fueran las tres de la mañana en España, en este momento llamaría a mis padres, me digo, no para que me consuelen, que no lo necesito, sino para contarles lo bien que lo estoy pasando. Lástima que los móviles europeos no funcionan en Japón, ya que en este país van no sé cuántas generaciones de telefonía más avanzados.
Entre recogida del suelo y recogida del suelo me voy dirigiendo hacia donde está Barnaby Ruhe. Él tira unos boomerangs de tres alas curvadas que se le mantienen en el aire medianamente bien y los coge y todo. Cada vez hace más viento.
– ‘Hey, Barnaby. Te dejo probar mi boomerang’.
– ‘Hola,Teo. No quedan más que un par de minutos y además no tengo interés ahora mismo’.
– ‘Bueno a decir verdad es para ver si te vuela, porque a mí no’.
– ‘Bien, vale, pero una vez solamente’, dice el bueno de Barnaby. Zas… al suelo.
– ‘Lo tuneo y lo intento otra vez, Teo’.
– ‘Gracias’. Zas… al suelo.
– ‘Teo, te dejo uno que yo no voy a usar de estos de tres alas’.
– ‘Muchas gracias, Barnaby’. Más o menos eso es lo que andaba buscando yo, y me lo ha debido leer en mi cara desencajada.
Pruebo el boomerang de Barnaby y me vuela bien y lo cojo tres o cuatro veces seguidas. Esto de tener buen material es gloria bendita.
– ‘¡TIME OVER!’ (se acabó el tiempo).
Hace mucho viento. Nos ponemos en un borde del campo y empiezan las tiradas. Algunos boomerangs se van más allá de la línea de 100m. Un juez corre como un descosido con cada lanzador para comprobar que hace una atrapada válida.
Me toca. Tiro el boomerang de Barnaby contra el viento, sube y sube y se lo lleva el viento, y Barnaby grita y grita sin parar.
– ‘¡¡¡Corre!!!, ¡¡¡corre!!!, ¡¡¡correeee!!!’.
Por correr no será, así que corro velozmente mirando al bicho y al final, cerca de la línea de 100 m lo cojo. El juez que me ha seguido llega con la lengua fuera y valida la atrapada.
Cuando vuelvo al punto de lanzamiento miro la tabla: 31 segundos. El mejor de mi grupo hasta ahora. Estoy que me inflo. Me felicitan. Tiramos una vez cada uno y al final de la prueba deberemos haber hecho 5 lanzamientos cada uno.
Los tres intentos siguientes son parecidos solamente que al atraparlo lo golpeo con la mano y se me cae al suelo, una de las veces tontamente por confiarme innecesariamente. No estoy acostumbrado a ese tipo de final de planeo tan especial que tiene este boomerang.
Nos queda una tirada a cada uno. Yo solamente he hecho válida la primera. Soy el mejor del grupo con mis 31 segundos. Entonces Herman nos llama para comentar la clasificación.
– ‘No es normal que Teo haya hecho 31 segundos, y los demás unos 23 como máximo (tiempo hecho por Herman). Seguro que ha hecho 13 segundos pero el japonés que está apuntando ha entendido 31 segundos porque para ellos el inglés es más difícil y trece y treinta y uno se dice parecido en inglés’.
– ‘Bueno yo no sé cuánto me cuesta lanzar el boomerang, correr 100 m mirándolo, esperarlo y cogerlo, pero 13 segundos me parece poco para la tirada tan buena que me ha salido, que hasta me habéis felicitado. Además, ha sido hace ya media hora y ahora no podemos acordarnos de otro tiempo que no sea el apuntado’.
– ‘Creo que debemos poner 13 segundos’, insiste Herman.
Al próximo campeonato que vaya y me toque con el desgraciado de Herman, seguro que me quedo con los 31 segundos o se monta un cirio monumental. Esta vez voy de pardillo, no digo nada y me quedo con 13 segundos.
Nos toca nuestro último intento. No es extraño que meta un porrazo al boomerang y se clave en el suelo a cinco metros de mis pies.
– ‘Perdona, Barnaby. Creo que lo he partido’.
-‘No te preocupes, Teo, parece recuperable’.
Se acaba la prueba. Voy a las tablas. Puesto 82. Muchas gracias Herman, puesto 82, para eso podía no haberme presentado.
Joder con el Herman.
6. LA COMIDA Y LA VIDA EN EL CAMPO
No tengo grupo, y cada uno va a su bola o se junta con sus amigos, sobre todo porque ellos llevan más de una semana y yo acabo de llegar. Doy varias vueltas por dentro de la carpa, despacio, con cara de despistado pero dejando claro por mis gestos que busco compañía, para ver si alguien me ofrece sentarme con ellos, pero nadie repara en mí. Así que me busco un sitio y como solo. Disponemos de una hora.
La comida es buena. Arroz con algo. Parece que toda la comida de mi bandeja está un poco desordenada, que se les mezclan las cosas en la cocina. Veo dos guisantes. Un grano de uva. Un trocito de gamba. Un doceavo de hojita de alga. Un trescientosavo de un tomatito pequeño. Algunos trocitos de hasta quince o veinte cosas. Este cocinero qué desordenado es. Entonces miro a los demás y tienen exactamente lo mismo en la misma posición y comprendo que los dos guisantes están justo ahí porque son parte de la puesta en escena de la comida, y de su combinación de sabores, texturas y sobre todo colores.
Con las ensaladas de una sola comida que preparo en casa a base de lechuga y tomate para ir picando en medio de la mesa, se pueden suministrar los vegetales principales de unos cuantos miles de comidas japonesas. Con los guisantes de un plato de guisantes con jamón haces la guarnición de los 300 platos de una boda japonesa. Y así todo.
No obstante, tienen un gusto bueno por la armonía, la comida estaba muy bien preparada, muy limpio todo, en cantidades suficientes. Es una comida saludable y en general en Japón se come muy bien. Y en toda la semana no vi un solo gordo. Los luchadores de sumo y sus imitadores deben vivir escondidos. Lo único que no entiendo es que siendo el país más puntero del mundo en investigación y desarrollo aún no hayan descubierto el tenedor. Todo el campeonato con palillos, tanto en la “posada” como en el campo.
Cada uno lleva su rutina. Comida más amodorramiento. Comida y charla. Comida y trabajo de arreglos en sus boomerangs. Por fin uno que está a punto de echarse una siesta en mi banco donde estoy terminando de comer, pero que está claro que estos días atrás era “su” banco y parece que si no me largo no podrá estirar las piernas, me saluda:
– ‘¿Qué tal? ¿Vienes de España, no?’. Dice señalando a una de las banderas de mi camiseta. Ha sido buena idea lo de la bandera en la camiseta. Ayuda a romper el hielo. Pero a ver si no me olvido de arrancar las banderas cuando vuelva a España, no vaya a ser que me forren a leches por la calle.
– ‘Sí, vengo de España ¿Y tú?’.
– ‘De Italia’.
– ‘¿Te molesto si sigo comiendo aquí o quieres que me mueva a otro sitio si te vas a tumbar?’.
– ‘No te preocupes, estoy bien’.
De todas formas opto por terminar rápido y dejar el banco libre para él solo.
Siempre me he creído un tipo bien organizado. Mi teoría es que se puede suplir la falta de inteligencia en gran medida si eres organizado. Por tanto, rápidamente ideo un plan, que está claro que a ningún otro tirador se le ha ocurrido. Siempre has destacado por tus ideas originales, Teo, y ya verás cómo aquí también te acaba copiando más gente.
Como rápido, es decir, lo rápido que me dejan los palillos, ya que no me apetece comer directamente con la mano. Ahora toca aussi round (ronda australiana). Cojo dos boomerangs de aussi, y como faltan 30 minutos para que termine la hora de pausa para comer, salgo al campo, donde no hay nadie. No sé cómo explicar la sensación de estar en un enorme campo de terciopelo verde tú solo. Me alejo un poco, para ver si paso algo desapercibido, más que nada para que no me imiten y salgan todos a lanzar y también porque me da un poco de vergüenza que los buenos me vean tirar.
Tiro mis boomerangs tres o cuatro veces y entonces veo que se dirige hacia mí un japonés de la organización. Este campeonato está tan bien organizado y la gente es tan amable que viene a decirme cómo tirarlo mejor, para que haga mejores marcas.
– ‘Teo, me veo en la obligación de amonestarle. Las reglas del campeonato prohíben practicar’.
– ‘Ehhh….bueno…..no lo sabía’.
– ‘No puede hacerlo y otros competidores se han quejado’.
– ‘Sólo he tirado tres o cuatro veces’.
– ‘Ya lo hemos visto. No se puede tirar ninguna vez’.
– ‘Bueno, perdón. Ya vuelvo a la carpa’.
– ‘Otra falta de estas características se considera grave. Lea las reglas’.
– ‘Sí, sí, las voy a leer’.
Si me daba vergüenza que me vieran tirar, más me da volver con las orejas gachas. Llego a la carpa donde están los demás, un poco hecho polvo.
– ‘Te han sacado una tarjeta amarilla’, me dice uno del equipo francés. ‘Otra más y es roja y te vas a la calle’. El tío no puede evitar que se le note una mueca de satisfacción.
A mí no me ha parecido tan gravísimo. Estoy un poco aturdido. Bueno, esta tarde puede ser una buena tarde de competición, pienso, y por la noche quizá puedas dormir algo y mañana todo se verá mucho mejor.
7. LA PRUEBA DE AUSSI ROUND
[Significa “ronda australiana”. Se lanza desde el centro del círculo de 2m de radio. Te dan puntos por la distancia que se aleja el boomerang, y te dan más puntos por cogerlo cerca del punto de lanzamiento (precisión). Cada uno del grupo tira una vez, y se repite la ronda cinco veces, siendo la puntuación de cada lanzador la suma de sus cinco lanzamientos]
Esta tarde el viento sopla con cierta fuerza, algo más que por la mañana. Observo que cada tirador saca quince o veinte modelos de aussi y elige tres o cuatro. Yo lo tengo mejor organizado y más fácil. Tengo dos boomerangs de aussi y cojo los dos.
Rápidamente veo que el de madera de tres alas superplomado que vuelve directo, fuerte, raso, sin planear no es la mejor opción. Sobre todo porque en casa no lo atrapo casi nunca. El saber tomar esa decisión tan evidente y que ya tenía decidida antes de salir de Zaragoza me hace sentirme como un experto y me reconforta porque en poco tiempo ya he decidido que tiraré con el otro, que es un ‘Windeater’ sintético de Völker Vehrens, de dos alas, que planea al final del vuelo.
Durante el calentamiento me va más o menos bien. No parece que esté haciendo el ridículo. Me intriga que bastantes lanzadores estén practicando la prueba de distancia durante el calentamiento de la prueba de aussi, cuando resulta que no está programada para este campeonato. No por casualidad, siempre me pongo a calentar cerca de dos o tres caras más o menos amables.
– ‘Oye, perdona, ¿por qué practican algunos la distancia ahora?’.
– ‘Son boomergans de aussi’, me contesta Harald.
A mí me da la impresión de que sobrepasan los 70m. Y la verdad es que te sobrecoge, porque les vuelven con mucha precisión a la zona central.
– ‘Los tiran a 60m’, me corrige Harald.
– ‘Es que no saben tirar nada normal o qué?’ le contesto. ‘Y con menos fuerza, no veo para qué hace falta usar semejante pegada para una prueba de aussi’.
Estoy enfadado porque me siento liliputiense. Harald solamente sonríe. Me gusta este gigante vikingo que parece uno de esos que levantan camiones, y arrastran trenes, que se ven a veces en la tele. Lanza fuerte sin mover el cuerpo, y tiene un agarre de pinza que podría derretir el boomerang entre los dedos. Abusando un poco del compañerismo de habitación, le digo:
– ‘Harald, ¿me dejas tirar uno de esos que tienes en el suelo?’.
– ‘Usa ése que no necesita excesiva potencia’.
Ni media vuelta. Es que ni media vuelta me da. Lo intento dos veces y nada. Entonces comprendo que me ha dejado uno que no vuela.
– ‘¿Puedes tirarlo tú, Harald, y así veo el estilo y la inclinación?’.
– ‘Por supuesto’.
Zaasss, fiuuuuu, plas, a la mano. Me avergüenzo un poco de haber dudado de su buena voluntad.
– ‘Te falta fuerza en el agarre. También te falta rotación, mucha rotación’.
– ‘Me parece que me falta de todo’, sentencio.
Claro pero sin venir aquí cómo iba a saber que soy así de enclenque y tan poco agraciado para este deporte.
– ‘¡TIME OVER!’ (se acabó el tiempo).
En mi círculo de aussi hace de maestro de ceremonias Matt Golander. Es un gran animador, no queda campeón absoluto en ninguna prueba pero casi, es muy bueno y se queda muy arriba en todo y terminó el torneo global como subcampeón del mundo. Me gusta cómo escenifica los turnos y lo organiza todo como si fuera un árbitro de la liga de fútbol americano, gesticulante, muy movido, activo, un gran comunicador. Además habla algunas palabras de español, con bastante corrección, con las que se dirige a mí a menudo, y también me hace algún comentario simpático sobre la bandera de la camiseta.
Así la prueba se hace agradable. Él mismo hace unas tiradas de miedo y hay que ver los gritos y saltos que da cuando le sale un lanzamiento excepcional, con el boomerang pasando ampliamente de los 50m (o sea, 170m de recorrido) y retornando al mismo punto central.
El viento es fuerte y sobre todo muy cambiante, así que Doug Dufresne se pasa toda la tarde con una banderola de viento, recorriendo el borde del círculo de 50m, preocupado siempre de que la bandera apunte al centro del círculo. Eso ayuda a los lanzadores a saber cuál es la dirección exacta del viento en ese momento, aunque todos echamos al aire unas briznas de hierba para comprobarlo. Todos mirábamos a Doug Dufesne, como referencia cuando íbamos a lanzar y estábamos agradecidos por esta ayuda. Calculo que se hizo esa tarde media maratón moviéndose sobre el círculo de 50m.
Lo atrapo las cinco veces, unas veces más cerca del centro y otras menos. En dos tiros me otorgan 40m de distancia y el resto 30m, lo cual no entiendo en absoluto. Tiro con este ‘windeater’ de la foto.
Cuando termino, tres o cuatro de los expertos y más veteranos me llaman desde la línea de 40m y me explican:
– ‘Tu boomerang vuela demasiado alto. Todos los jóvenes que hay por aquí con las banderas de distancia otorgan siempre mucha menos distancia si vuela alto. Sobrepasabas los 40m todas las veces pero desde aquí abajo, si no tienes mucha experiencia, no te los van a dar por buenos. Ya hemos visto que te parecía mal que los últimos tiros no te dieran tanta distancia como los primeros. Así que búscate un boomerang con el vuelo más rasante’.
Lo mismo me pasó en el campeonato de Madrid, así que no pienso que me tengan manía en Japón. Al menos Herman no ha sido esta vez, con lo que llego a la conclusión de que él está bastante arrepentido por todo lo que me ha puteado hasta ahora y esta noche o en cualquier otro momento de mañana me pedirá disculpas. Intentaré acercarme un par de veces por donde se encuentre para facilitarle las cosas, como si fuera un encontronazo casual.
Este mismo boomerang que usé vuela más de 40m, pero se estimó en el campeonato de Madrid que hacía 35m, pero sube tan alto que confunde a todo el mundo. Otra cosa que he aprendido. Desde luego, todos los mejor clasificados lanzaban boomerangs más allá de los 50m y volaban muy bajo, algunos teníamos que esquivarlos desde las líneas de 40m y eran un auténtico peligro, pero en general van a unos 7 ó 10m del suelo, y no a 20m de altura como el mío.
Terminada la prueba, emigración hacia el panel de anuncios. Teo… 46 points. El número 50 del mundo. Bueno, teniendo en cuenta los puntos que me han quitado ilegalmente no está mal.
Recogemos los bártulos y nos subimos a los tres autobuses que nos devolverán a la posada.
8. SEGUNDA NOCHE EN LA POSADA
En el autobús pienso que somos unos 130 en total, y recuerdo que hay una sala comunitaria con siete u ocho duchas corridas, así que decido salir disparado a la habitación a por el kimono y la toalla, y correr a la ducha.
Tanto me apresuro, que aparte de quedar como un lelo ante todos los que me cruzo por los pasillos, llego a la ducha y no hay nadie. Mejor, me digo.
Me desnudo y me acerco a las duchas. Son unas ocho, y están en fila en la pared, a unos 20 cm del suelo, con los mandos a medio palmo del suelo. En la sala no hay nada más, salvo unos taburetes muy pequeños de plástico apilados que no sé para qué serán, porque todos tienen un agujero grande en el centro.
Ufff, mejor ya me ducharé otro rato, cuando vea cómo se hace. Todas las posibilidades de imaginar cómo se puede duchar uno aquí me parecen ridículas. Si llegan los demás y me pillan haciéndolo mal me voy a quedar con un mote bueno para el resto de mi vida. Pienso varios motes evidentes y apropiados si me cogen en una u otra posición, e inmediatamente me convenzo de que me tengo que vestir hasta nueva ocasión.
Bajo con mi kimono a la zona común. Hay unos japoneses bebiendo y comentando los lanzamientos del día. Ellos están arrasando en cuanto a competición individual.
– ‘¿Estás disfrutando del campeonato?’, me pregunta uno.
– ‘Oh sí, ya lo creo’.
– ‘¿Hay mucho nivel en España?’.
– ‘Estamos avanzando bastante, aunque por detrás de vosotros’.
– ‘Aquí tenemos un equipo joven muy potente’.
– ‘Ya lo veo, ganáis muchas pruebas individuales y tenéis casi todo material propio’.
– ‘Usamos sobre todo bakelita y Darnells. ¿Hay muchos tiradores en España?’
– ‘Sí, unos 400 regularmente, aunque a los campeonatos van solamente unos 30’.
– ‘¿Hay alguna organización española?’.
– ‘Sí, la Asociación Nacional, que actúa como una especie de Federación deportiva’.
– ‘¿Te gusta Japón?’.
– ‘Sí, me encanta todo’.
– ‘Alguno de vosotros conoce España?’.
– ‘Yo sí, estuve una semana en el parque nacional de Ordesa’, -y me cuenta detalles bonitos, y lo bien que se lo pasó-. ‘Nuestros países tienen muchas cosas en común, la historia, tradiciones, la monarquía’, -me dice-.
– ‘He leído que vuestra princesa de Japón está triste y mustia y eso preocupa al país’.
– ‘Sí, es una pena, porque la princesa lo ha pasado muy mal. Y vuestra monarquía española?’.
– ‘Nosotros también estamos preocupados por la monarquía. Los herederos no están mustios, sino que se lo pasan bomba,
pero han tenido una hija’.
– ‘¿Y qué?’.
– ‘Pues que en España estamos que si cambiamos la constitución, que si no la cambiamos…’.
– ‘Ya veo, queréis que las mujeres españolas tengan los mismos derechos que los hombres’.
– ‘No, ya tenemos los mismos derechos porque ni las mujeres ni los hombres podemos reinar en España’.
– ‘¿Entonces, cuál es el problema?’.
– ‘Pues que la constitución actual dice que los Borbones Macho tienen preferencia sobre los Borbones Hembra para reinar y el país está vacilante, imagínate qué problema…’.
– ‘¿Y eso preocupa mucho en España?’.
– ‘Sí claro, es bastante preocupante’, concluyo mientras pego un trago de sake para sobrellevar mejor la preocupación.
Nuestra conversación sigue animada:
– ‘¿Nos duchamos, o qué?’, les digo.
– ‘No, nosotros iremos más tarde’.
– ‘Yo también, se está bien aquí’.
Aparece Yoshi, el respetado y educado jefe de la delegación japonesa, y organizador principal del campeonato. Se me ocurre decir:
– ‘Tengo que llamar a España para decir a mi familia que estoy bien. No he comunicado desde que salí. Sólo hay un teléfono en toda la posada, y funciona con tarjetas de prepago’.
Yoshi se preocupa de inmediato. Habla enérgicamente con todos los japoneses durante un par de minutos. Me comenta que la única solución es comprar una tarjeta en la ciudad. Alguien irá mañana a la ciudad a comprarla para mí.
– ‘De acuerdo, muchas gracias’, le digo.
Pero Yoshi debe haber percibido que me hubiera gustado hablar con mi familia esta noche porque vuelve a dirigirse igual de enérgicamente al grupo de japoneses, que rápidamente comentan entre ellos agitadamente. En seguida uno de ellos entrega de su billetera una tarjeta prepago nueva a Yoshi, que me la extiende a mí:
– ‘Toma, Teo, nuestro compatriota comprará otra cuando pueda’.
– ‘Gracias, muchas gracias’. Se la pago y me me excuso para ir a llamar a casa.
Cuando termino la llamada desde la cabina, el grupo se ha ampliado con Patrice Castel, un francés que respira mediterráneo y vida por todos los poros y que es todo amabilidad. Me invita a una copa de vino francés que ha traído desde su país.
Patrice me pone un poco al día de todo lo que ha sucedido los días previos a mi llegada, el día de descanso y visita turística, los torneos, la subasta de material, los intercambios, etc. Ya no quedan boomerangs para intercambiar, ni camisetas ni materiales para comprar. También me he perdido la subasta a favor de la organización del torneo.
Recuerdo entonces que he traído una camiseta original y un par de boomerangs para la subasta para ayudar a la organización, y que uno de los boomerangs concretamente es un boomerang-protesta, ya que quería llamar la atención sobre uno de los pocos puntos negros de este país, la caza comercial de casi mil quinientas ballenas al año. Ellos dicen que es para estudiarlas. Se creerán que somos subnormales,
porque lo que hacen con las mil quinientas ballenas es comérselas en los restaurantes. Así que por un lado el boomerang tiene un ballenato y rótulos del campeonato, pero le das la vuelta y por debajo hay dibujado un luchador de sumo con un arpón clavado en los huevos. El arpón lleva colgada una etiqueta de Greenpeace (perdón, no soy de Greenpace y me he apropiado de su nombre de marca), y además, en las alas pone: “dejad en paz a las ballenas” y “japos, arponearos las pelotas”.
No obstante, aunque el boomerang y la queja son apropiados podrían ser interpretados incorrectamente por el equipo japonés de la organización pensando que es una afrenta dirigida a ellos. Nada más lejos de la realidad ya que los organizadores son increíblemente hospitalarios, amables, colaboradores y trabajadores. Ese boomerang está en el maletín a mis pies. Me preocupa que alguien quiera ver mis boomerangs en ese momento (en realidad mis boomerangs son los que menos interesaría ver de todo el Campeonato pero en esos momentos no te das cuenta). Me excuso, voy al retrete con el maletín (con lo cual la gente debe pensar que soy bobo), y borro todo el mensaje protesta con una rasqueta.
A mi vuelta aparece Barnaby y le regalo la camiseta de Einstein, e inmediatamente le hace aprecio y no se la quita en toda la noche.
Por fin a la ducha. Tomamos un taburetito cada uno, nos sentamos sobre él con las rodillas casi en el pecho, nos enjabonamos y completamos todo el proceso de la ducha semiencuclillas pero sentados sobre el minitaburete por cuyo conveniente agujerito central se escurre todo lo que tiene que escurrir.
Entre las 11,00 pm y 12,00 pm se van acallando las voces de las camaretas y la posada cae en silencio. Salgo a buscar almohadas para colocar bajo el cuerpo y esta vez, con un poco más de atrevimiento, consigo mi objetivo.
9. TRICK CATCH
[En esta prueba acrobática se lanza el boomerang desde la diana (centro del círculo de 2m de radio), debe salir del círculo de 20m de radio, y a su retorno se debe recoger haciendo unas acrobacias previamente establecidas que te dicta el juez. Se hace con un boomerang, y también con dos boomerangs, prueba denominada”dobles”, o “doubling”. Cada figura acrobática tiene una puntuación. La suma de puntos es tu marca].
A las 6,30 am empieza el movimiento en la posada. Hoy he dormido unas cuatro horas, hasta que los currelas de la carretera de al lado se han puesto ha hacer el gamberro con sus máquinas, a eso de las cinco de la mañana. En Japón por estas fechas amanece poco después de las cuatro de la mañana, ya que tienen ajustado el reloj civil de esa manera. Así si a alguien se le ocurre levantarse a las 9 de la mañana, solarmente le da sensación de que son casi las 12,00 y le da vergüenza, me imagino, porque si no no tiene otra explicación. Ese debe ser el truco de esta nación de trabajadores infatigables.
Son las 8,00 am y ya estamos en el campo. Misma rutina de calentamientos. Odio el boomerang de espuma así que no lo uso. No obstante veo tantos boomerangs de espuma que vuelan tan bien que pienso que son otro modelo diferente al mío. Eso es, a ellos les funciona porque tienen un modelo mejor.
– ‘Oye, puedo echarle un vistazo a tu boomerang de espuma?’.
– ‘Sí cómo no’.
Lo toco, veo la marca del fabricante y todos los detalles y… es el mismo que el mío. Maldición, entonces soy yo el que no sabe hacerlo volar.
Me pongo con él pero en seguida me doy cuenta que he hecho otra vez el bobo perdiendo la mitad del calentamiento recogiendo de suelo un artilugio que soy incapaz de hacer volar. Los demás sacan ya sus meteóricos boomerangs.
Miro a Manuel Schutz y veo que tira un boomerang que aparte de silbar como un demonio sube hasta una altura que supera a muchísimos MTAs, posiblemente 50 m o más. El aeropuerto está lejos, me digo para tranquilizarme, porque si a Manuel se le va la mano y se mete su boomerang en la turbina de un avión de pasajeros y mueren doscientas personas, prohibirían nuestro deporte en muchos países. A continuación su boomerang baja en vertical como si lo fueran descendiendo en un ascensor invisible, despacio, despacio. No se fuma un cigarro mientras tanto porque no le debe gustar. Los demás deportistas hacen cosas parecidas, pero no tan exageradas.
Yo nunca he practicado esto y me avergüenza haberme inscrito en el campeonato del mundo, y más aún que me hayan admitido sin preguntarme cuáles son mis marcas en acrobacias (trick catch). Pero tengo UN boomerang de trick que compré por internet.
Ese boomerang tiene una pega. Es un enorme fuzzy de dos alas, muy pesado. Parece que me he presentado con un autobús escolar en el circuito de fórmula uno para echar una carrera contra los monoplazas. Aquí si que no hay más que lo que hay.
Ya no me atrevo a pedir un boomerang, ni a que me expliquen en unos minutos, ni a molestar a nadie. En estos momentos, veo sesenta boomerangs ascendiendo y silbando como meteoros y otros sesenta en boomerangs descendiendo en vertical, no haciendo eses, sino verticalmente, superdespacio, y cuando llegan al suelo se desata el circo mundial. Atrapadas con los dos pies, por la espalda, a una mano…
Bueno, no hay nada que perder. Tiro mi autobús escolar. No silba, claro está. Tampoco sube mucho, ni mucho menos baja en vertical, pero consigo cogerlo con mano izquierda, mano derecha, eagle, por debajo de una pierna, con dos manos con la espalda. Lo de cogerlo con las dos piernas, el túnel, y lo de una mano por la espalda supongo que me saldrá en alguna otra ocasión.
– ‘¡TIME OVER!’ (se acabó el tiempo).
Empiezan las tiradas de trick y también las de dobles, que son los trucos acrobáticos tirando dos boomerangs a la vez.
Viendo lo que he visto en un día de competición reflexiono qué igual y qué diferente es nuestro deporte a otro mucho más popular, el golf. Los dos suponen una lucha por superarte a ti mismo básicamente, jugando con las reglas de la gravedad, viento, potencia, precisión, habilidad extrema. Al aire libre. Pero siendo tan parecidos, lo demás es radicalmente distinto. Nosotros tenemos algo más de mérito, ya que ellos mismos no se fabrican los palos de golf ni las pelotas, y nosotros sí. Tampoco imagino a un mega-rico finolis de 75 años tirando un boomerang, pero sí es frecuente que el golf sea su deporte favorito. Si tíos como Frido Frost o Manu Schutz se dedicaran con esta pasión al golf, es de esperar que Tiger Woods tendría problemas para estar donde está, sin quitarle el mérito que tiene. Y posiblemente tendría que repartir con Manu y Frido los 15.000 millones de pesetas que gana al año. Me alegraría por ellos porque merecerían que en estos momentos el mundo del deporte reconociera lo super-campeones que son de un deporte tan bonito como los boomerangs.
Pero las cosas son diferentes. Nuestro deporte no ocupa ni un segundo de los programas de deportes, la prensa o la televisión, no tenemos instalaciones y se nos mira como chalados o excéntricos. Además no creo que entre todos los que estamos aquí pudiéramos pagar una inscripción de socio de un club elitista de golf.
Podíamos intentar convencer a un mega-rico que se pasara al boomerang, por ejemplo Bill Gates… Hablaré con el equipo americano más tarde…
Muchos amigos me preguntan si el lanzamiento de boomerangs es deporte olímpico. Cómo van a dejarnos que sea olímpico. Tú imagínate que anuncian la prueba de jabalina que es en la que más lejos llegan con un objeto, y van los atletas y hacen 85 metros, y a cada tirada van y les traen la jabalina de vuelta. Y luego salimos nosostros y tiramos 120 metros, 150 metros, o sale Manuel Schuetz y tira 240 m de ida y otros tantos de vuelta. Y no tienen ni que traernos el boomerang, que nos vuelve al sitio. Demasiados mitos se iban a ver tambaleados, y ningún estadio olímpico tendría las dimensiones suficientes. Por nosotros tampoco habría más problema, ya que seguro que idearíamos pruebas para adaptarnos a lo que fuese, pero me temo que a pesar de la plástica que tiene nuestro deporte, y la agilidad y deportividad, no nos van a dejar.
Recupero la noción el tiempo. Estamos en trick. Estoy tentado de participar cuando suena mi nombre pero me excuso:
– ‘Lo siento. Disculpad, pero he decidido no participar’.
– ‘Bueno, no participes en dobles, pero al menos en trick sí’.
– ‘No, no, de verdad, prefiero no participar, gracias’.
Al no participar, me considero libre para moverme a mi aire. También colaboro con las banderitas de la línea de 20 m durante un rato y luego me traslado al círculo de Frido y Manu. A pesar de que hacía viento, siempre quedarán en mi retina sus espectaculares lanzamientos y capacidades extremas.
Tablón de anuncios…. Teo……. no presentado.
10. PRECISION
[En esta prueba se lanza el boomerang desde la diana (centro del círculo de 2m de radio), debe salir del círculo de 20m de radio, y a su retorno no se puede tocar. Si cae en la diana son 10 puntos y puntuaciones menores a medida que aterrice más lejos. Se tira 10 veces y la puntuación es la suma de todas las tiradas]
Nos cambiamos de círculo y rota la gente con la que tiras, por lo que lanzo con caras parcialmente nuevas.
Para esta prueba traigo un sky de cuatro alas de la Fox, plomado y trucado. Lo tiro con potencia media-baja, para que no sobrevuele la diana. Me sorprende que todos los buenos tiradores no regulan la potencia. Usan una especie de piedras aladas y fiuuuu… lo tiran con una bestialidad increíble. Inmediatamente te das cuenta que la piedra va directa al suelo, pero lleva tal velocidad que cae al suelo justo cuando ha dado toda una vuelta y está llegando a la diana. Ni regulación de potencia ni nada, aquí siempre a lo bruto.
Empiezo y hago una diana de 10 puntos justo en mi primer tiro. El viento va cambiando. Si nos dejaran hacer todos nuestros tiros seguidos, lo haríamos mejor, pero no, tiramos y te retiras, y en la siguiente vez el viento va para otro lado con lo que la referencia de antes no te sirve de nada.
En los demás hago tiros medianos, porque acierto bien la distancia, pero no el ángulo con el viento y por tanto no puntúo mucho.
Al rato alguien viene y dice que un histórico mayor ha hecho una puntuación muy buena en otro círculo con un boomerang que le han prestado. No soy el único que ha tirado con algún boomerang prestado. Lo de mayor me intriga un poco más. Luego veremos quién es. No será tan mayor. Bien pensado, solamente me queda otro campeonato como éste antes de que me pasen a la división de abueletes veteranos, así que no estoy para presumir mucho que digamos.
Vamos al panel de anuncios, y leemos asombrados:
– Campeón del mundo Bob Burwell, puntos 88.
….
– Teo: puntos 58, clasificado número 66.
Bueno, no me he ganado la comida pero me la voy a comer igual.
Es la misma estupenda comida de ayer, con alguna pequeña variante en los milimétricos adornos y aderezos. Muy bueno todo.
Esta vez no se me ocurre salir de la carpa ni para ir a mear. No quiero que me saquen otra tarjeta amarilla.
11. ENDURANCE
[Esta prueba de resistencia consiste en tirar desde dentro de un círculo de 2 metros de radio, haciendo que el boomerang vuele fuera de un círculo de 20 m de radio, y atraparlo. Lo mismo durante cinco minutos. El que más atrapadas válidas hace obtiene la mejor clasificación]
Es la última prueba del campeonato, así que a disfrutarla, me digo.
Sopla bastante aire, unos 10km/h. Se anuncia la rotación de órdenes de tiro. Me toca el segundo de mi grupo. Me alegro, así terminaré antes y me relajaré el resto de la tarde para disfrutar.
Calentamos y más o menos a todos nos fastidia el viento, pero hay algunos que se manejan bastante bien. Salen gomas a relucir por todos los lados. Pongo gomas en mi boomerang de madera seleccionado para la ocasión, un FC modificado. Tengo varios de este modelo hechos por mí, y elijo el más lento, no por ser una prueba de resistencia, sino porque sopla bastante viento. Es un boomerang con agujeros estabilizadores, gomas y plomos. Es noble. Es el de la foto de al lado.
Es mi turno. Los tres jueces que están a mi lado con los cronómetros piden atención a los diez con las banderas que están sobre el círculo de 20m.
Me otorgan mis dos minutos de calentamiento personal. Lo tiro tres o cuatro veces y pido a los líneas que me digan a cuántos metros exactamente llega el boomerang (el que me precedía lo ha preguntado también, así que es una buen dato para conocer).
– ‘Veintidós metros’.
– ‘Veintidós metros’.
– ‘No pasa’.
– ‘Veintiún metros’.
– ‘No pasa’.
Barnaby Ruhe, que lleva el cronómetro principal y está a mi lado echa a correr hacia fuera del círculo, hacia su bolsa de cosas, y viene corriendo con una tirita en la mano:
– ‘Teo, Teo,… ven, deja que te ponga este plomo en un ala’.
– ‘No Barnaby, ya lleva seis plomos, no quiero más, no sabría cómo se comporta el boomerang. No Barnaby, No, no,no… gracias’.
– ‘Teo, a tu sitio para lanzar. Tienes 15 segundos para iniciar los lanzamientos’, dice uno de los gemelos Bower, que está de maestro de círculo central.
– ‘Teo, pónlo, …Teo, déjame ponerlo’.
– ‘No, Barnaby, no’,… Ufff se acba el tiempo, qué agobio.
Barnaby me quita de la mano con fuerza el boomerang y le pega el plomo. ‘Toma, toma, corre lanza ya’.
El boomerang es pesado como un tocino y lento como una tortuga, y lo tengo que tirar con una fuerza a la que no estoy acostumbrado.
El boomerang me vuela bien, pero es tan pesado y está tan lastrado que me cuesta tirarlo. Cuando llevo unas 15 tiradas, se para el viento bastante de repente. Entonces, claro, sin la ayuda del viento para volver, el boomerang tiende a caer al suelo y veo que me tengo que agachar varias veces. Así que tiro todavía más fuerte, ya gritando como un poseso:
– ‘Arrghhhh’, digo yo….. ‘veinticinco’, contesta Bower cuando lo cazo.
– ‘Arrghhhh’….. ‘veintiséis’.
El boomerang va lentísimo. También me doy cuenta que de no ser por la ayuda de Ruhe, me habrían cantado cortos (o sea, nulos) varios lanzamientos. Sé que en ese momento tendría que cambiar de boomerang, pero no me atrevo en mitad de prueba a perder ese tiempo necesario para cambiar de boomerang y a que las primeras tiradas con el nuevo me salgan mal y se me caiga. Sigo con la misma mecánica…
– ‘Arrghhhh’…… ‘cuarenta y dos’.
– ‘Arrghhhh’…… ‘cuarenta y tres’.
No se me ha caido al suelo ni una sola vez, y no he hecho ninguna falta, con lo cual todo va normal si excluimos que estoy tirando un yunque inapropiado para las nuevas condiciones de calma total que hay ahora.
– ‘Arrghhhh’…… ‘cuarenta y cuatro’.
– ‘¡¡¡Falta de pie!!!’, ‘¡¡¡Falta de pie!!! se oye desde la línea de 20m. Es Herman. Es su voz inconfundible.
– ‘Arrghhhh’…… ‘cuarenta y cinco’…
– ‘Qué falta de pie?’ digo, totalmente descentrado a la vez que tiro y recojo… ‘Arghhhhh’.
– ‘Cuarenta y seis’, contesta Bower.
Oigo muy nervioso cómo Herman y Ruhe discuten y éste dice que no ha visto la falta.
– ‘Arrghhhh’….. lo tiro de nuevo.
– ‘Time’ (se acabó el tiempo), grita Ruhe.
Entonces me preparo para recibir la tirada 47, si la cojo sería válida. Mientras vuela el boomerang vuelvo a oir a Herman que le dice a Ruhe que ha sido falta de pie. Menuda conversación a gritos mientras un tirador está en plena actuación. Vaya descojono de reglas. Me viene el boomerang a la mano, al pecho, Ruhe canta 47 pero hago un ademán de despecho y no lo cojo,…
– ‘Tenías que haberlo cogido’.
– ‘Ya lo sé, pero estoy harto’.
– ‘Bueno pues 47 menos ésta última y menos la falta de pie que insiste Herman, son 45’.
– ‘Oye, Herman está allí a 20 m’. Por primera vez en el campeonato digo algo.
– ‘Pero lo he visto claramente. Son las reglas y hay que cumplirlas’, grita Herman.
– ‘Bueno está bastante bien en 45, Teo’, me dice Barnaby Ruhe.
A la mierda. Me voy más cabreado que un mono. No es por las dos tiradas que me ha fastidiado, sino porque estoy harto de este desgraciado.
Decido ir a los aseos a hacer pis, pero la gente interpreta que me largo de mi círculo para no colaborar o para alcahuetear y cuando paso cerca del círculo de al lado me interrogan:
– ‘A dónde vas, Teo?’, con un tono claramente incriminador.
– ‘A mear’, contesto, mientras echo la mano a mis partes y me las agarro con evidente enojo.
Es que a ratos esto parece un campo de concentración.
Vuelvo más calmado y me piden que cronometre varias tiradas, lo que hago sin problemas. Ahora los tiradores usan boomerangs más rápidos porque no hay nada de viento.
Luego me pasan a cantar las tiradas. Canto las tiradas de tres o cuatro tiradores. Cuando se las estoy cantando a un francés me equivoco:
…… ‘dieciséis’.
…… ‘diecisiete’.
…… ‘dieciséis’.
…… ‘ehhhh’, oigo al francés muy cabreado a la vez que yo mismo me he dado cuenta y corrijo en voz alta muy fuerte.
…… ¡dieciocho, dieciocho,… son dieciocho’.
…… ‘diecinueve’.
Pero al francés aún le esperan algunas desdichas y cuando está terminando le cantan dos tiros cortos. Los de la línea de 20m están seguros de que son tiros cortos, nulos, que no pasan la línea.
Termina y se pone a gritar como un energúmeno. Salta y gesticula quejándose de que primero “el español”… que no sabe ni contar (me molesta cómo lo dice), luego esos japos con los tiros cortos… Desagradable el tío.
Cuando tira Herman estoy en la línea de 20 m. Me apetecería cantarle una falta de pie pero no hace ninguna, y no se la canto, lógicamente.
Un auténtico espectáculo ver tirar al gemelo Bower, con sus 64 tiros mecánicos perfectos, con los que bate su marca personal y que le hacen explotar de júbilo cuando termina.
Nos vamos ya hacia la carpa. Todos los círculos han terminado menos el de los mega-campeones. Fido Frost es el último de su círculo, con las mejores condiciones de viento posibles y vemos que le van cantando 63, 64, 65… y grita de júbilo porque acaba de superar a
Manu, o sea, ganándole en esta prueba se queda campeón del mundo, pero continúa hasta las 71 tiradas, lo que le supone ser campeón del mundo de resistencia y campeón del mundo absoluto individual, arrebatándole el título a Manuel Schutz.
A los paneles de anuncios… Teo 45 tiradas, el número 54 del campeonato.
A fin de cuentas es nuevo récord de España, pero me retiro a la carpa con amargura ya que me siento puteado.
Allí, cerca de donde están mis cosas, está recogiendo sus boomerangs Manuel, al que felicito.
– ‘Gracias’, me dice, ‘pero en realidad sólo he acabado tercero’.
– ‘Es un auténtico placer verte tirar’, le digo sinceramente.
Nos subimos contentos a los autobuses para volver a la posada, sabiendo que nos espera la fiesta final y la entrega de premios.
12. FIESTA FINAL DE CAMPEONATO
Esta noche, la organización preparó una barbacoa al aire libre, en el patio de la posada, y tras pasar unos buenos ratos todos juntos, se llevó a cabo la entrega de premios.
En esta foto realizada por Richardson, se nos ve, a mí incluido, disfrutando de la fiesta. Ya el alcohol estaba permitido, y todos probamos un buen sake japonés.
Por cierto, que donde esté un buen orujo español… me quedo cien veces con el sake.
Manuel no sólo tira boomerangs de forma magistral. Nos amenizó haciendo malabarismos con siete bolas. Tres con la mano izquierda, luego tres con la mano derecha, luego las siete bolas a la vez. Es un tipo excepcional.
La entrega de premios fue divertida, y a todos se nos dió un diploma y una botellita de sake de recuerdo. A los ganadores también un trofeo. Acabamos tarde, algunos con una buena dosis de vino francés, sake y cerveza.
Aproveché para comprar a Schuetz un boomerang, resto de serie que era lo ùnico que podía venderme en esos momentos. Se supone que es un fast-catch para viento. Lo guardo como un buen recuerdo del campeonato, pero me vuela lo mismo que la pata de una silla, aunque a él sí le volvía.
Al día siguiente deberé levantarme nuevamente a las 6,00 am porque a las 8,00 salgo para el aeropuerto. Me fastidia perderme este domingo tan prometedor que se va a dedicar a recepción de autoridades y jornada de puertas abiertas, enseñando en el propio campo los secretos de este deporte a las personas que quieran acercarse a conocerlo. Sin embargo mis obligaciones familiares mandan y debo volver lo antes posible. Pido disculpas por ello a la organización japonesa y les doy las gracias por todo.
Procuro despedirme de las personas que han sido más amables y comprensivas conmigo.
13. VUELTA A CASA y CONSEJOS
Veo Asahikawa y su paisaje por última vez desde el avión. Ha sido una experiencia deportiva diferente y enriquecedora. Creo que he hecho algunos amigos. Vuelvo deprimido por mi relativamente bajo nivel como lanzador, pero seguramente he enraizado más profundamente mi admiración y cariño por este deporte tan extraordinario.
Y la Asociación Española de Boomerang me pide que sintetice en un puñado de consejos la experiencia:
CONSEJO 1º. A la hora de decidir ir a un campeonato de este tipo, no te dejes influir por los buenos tiradores españoles (Alejo, Nach y los otros). Así luego no tendrás excusas ni podrás echarles la culpa a ellos.
CONSEJO 2º. No te incorpores con el campeonato bien avanzado. Si puedes, acude al inicio del mismo, comenta cosas, intercambia, disfruta del día común de paseo, haz amigos, e intégrate.
CONSEJO 3º. Si te toca con un Herman en el mismo círculo, pide que te cambien de círculo. Si no, te acercas y le ofreces dos ostias como se pase contigo. Inconveniente del método segundo: a lo mejor te mandan de vuelta para España a los dos minutos de habérselas prometido.
CONSEJO 4º. No tires boomerangs que vuelen alto en la prueba de aussi. Te adjudicarán menos distancia de la que realmente hagas.
CONSEJO 5º. Es mejor que te presentes a todas las pruebas, y que sepas algo de cada una.
CONSEJO 6º. Invierte algo de tiempo en hacer fotos y vídeos. Siempre será un recuerdo inestimable para ti y los tuyos.
CONSEJO 7º. Pásalo bien y ven a contagiarnos a todos tu entusiasmo. Escribe un relato detallado para que disfrutemos.
Teo.